Dice la RAE que una isla es una «Porción de tierra rodeada de agua por todas partes«. Se trata lógicamente de una definición geográfica, pero que obvia algunos aspectos fundamentales de lo que significa vivir en una isla, lo que significa ser isleñ@. Si seguimos este término desde el punto de vista geográfico, Manhatan en Nueva York, la isla de San Luis en París o Singapur serían islas, y dudo mucho que sus habitantes se sientan isleñ@s, o sientan el «aislamiento» asociado a vivir en una isla. Estos son claramente ejemplos extremos, se trata de grandes ciudades, o barrios de estas, con problemas de ciudades que los abordan a través de soluciones Smart City.
Porque las Soluciones Smart City no valen para todas las islas
Llevo algún tiempo viendo como se intenta aplicar soluciones smart (city) para todas las islas. Creo que es un error, que obedece a un desconocimiento de los que significa vivir en una isla, me refiero a islas de las «aisladas», no a los continentes en miniatura que lo tiene todo (telecomunicaciones, transportes, movilidad y millones de personas) y que se han convertido en ciudades contamindas rodeadas de mar.
Vivir en una isla significa estar aislado desde el punto de vista del transporte, de las telecomunicaciones y de las TIC. Lleva asociado aspectos «idílicos» para el turismo, ya sea por su buen tiempo, por sus paisajes, por su baja densidad de población o por el carácter especial de sus gentes, los llamados «isleñ@s». Se trata de ambientes eminentemente rurales (pesca, agricultura, ganadería) que han quedado «aislados» de la influencia directa del continente, forjando así su propio carácter independiente, su propia forma de hablar.
Los problemas más graves de las islas están relacionados con la alta dependencia del exterior, con la conectividad tanto en el transporte de personas y mercancías, como en las telecomunicaciones, con la gestión de los residuos y con la producción de energía; y a largo plazo el cambio climático y sus posibles consecuencias como la subida del nivel del mar. ¿Por qué?, pues porque en el caso de las infraestructuras estas son costosas y por lo general las islas tienen una baja densidad de población lo que no leas hace «apetecibles» para las grandes empresas que dominan estos sectores, porque el factor de escala no les hace rentables. Pero este concepto se puede revertir a su favor.
A mi modo de ver, la ventaja competitiva y lo que las hace realmente interesantes de una isla frente a una ciudad, en términos smart, reside los siguientes aspectos:
- La escala y la limitación geográfica: lo que en un principio puede parecer un «handicap» permite desarrollar proyectos piloto a bajo coste, ante un territorio claramente delimitado y con una baja densidad de población
- Laboratorio insular: partiendo de la premisa anterior podremos tener todos los parámetros bajo control, lo que permitirá tener un banco de pruebas excepcional a bajo coste para la prueba de proyectos piloto Smart. Se pueden hacer grandes cosas con muy poca inversión
- Replicabilidad, se estima que en el mundo hay miles islas que aglutinan un 10% de la población mundial repartidas por el mundo con los mismos problemas*
*en esta estadística entra Inglaterra, Java o Japón*
El mar que a todos nos une
He asistido a numerosas reuniones, jornadas y congresos donde se hablaba de islas inteligentes, aun recuerdo la primera donde oí hablar del término «isla inteligente», fue en Las jornadas de Territorios Insulares Inteligentes organizados por Proyecto Anatares en el año 2013. Me llama mucho la atención que en la mayoría de ellas no se hablara del mar (del agua que nos une, sea un océanos o sea un lago), cuando es el vinculo común que a todas las islas nos une, el agua. El pasado año en el Congreso Mundial de Islas Inteligentes eché en falta una sesión específica para el mar, para el océano, para el lago, ese que tanto nos da y tanto nos quita.
La inciativa Smart Island de la Unión Europea es una agrupación de autoridades y comunidades de islas europeas que busca transmitir el potencial significativo de las islas para funcionar como laboratorios de innovación tecnológica, social, ambiental, económica y política, que basa su estrategia en 10 puntos principales de acción:
- Medidas para mitigar y adaptarse al cambio climático y construir resiliencia a nivel local
- Adopción de tecnologías inteligentes para garantizar la gestión y el uso óptimos de nuestros recursos e infraestructuras
- Alejarse de los combustibles fósiles aprovechando nuestras importantes energías renovables y el potencial de eficiencia energética
- Introducir la movilidad sostenible de la isla, incluida la movilidad eléctrica
- Reducir la escasez de agua mediante la aplicación de una gestión no convencional e inteligente de los recursos hídricos
- Territorio sin residuos rumbo a una economía circular
- Conservar nuestro distintivo natural y cultural
- Diversificar nuestras economías explotando las características intrínsecas de nuestras islas para crear empleos nuevos e innovadores a nivel local
- Fortalecer la inclusión social, la educación y el empoderamiento de los ciudadanos
- Fomentar el cambio hacia un turismo alternativo, sostenible, sostenible y responsable durante un año
Y para ello propone centrar sus esfuerzos en 7 áreas clave: energía, transporte, agua, residuos, gobernanza, TICs y economía.
Aproximación acertada, pero curiosamente también se «olvidan del mar»