La administración pública, como ente legislador y regulador social, le cuesta adaptarse a los cambios, y la transformación digital es un “Tsunami de cambio” que ya está aquí. Se ha creado un ecosistema social conformado por 3 actores principales: la administración, las empresas y los ciudadanos donde una de ellos se está quedado atrás. La transformación digital está liderada actualmente por las empresas tecnológicas que han adoptado un rol de liderazgo innovador involucrando a los ciudadanos en el proceso, han cambiado nuestra manera de ver las cosas, nuestra manera de interactuar, nuestra manera de comportarnos, solo tienes que pensar en el papel que juega en tu vida diaria facebook, google, apple, amazon, instagram, microsoft, wathsapp, twitter, instagram, …. Como en cualquier ecosistema, la tecnología que funciona y encuentra su nicho en la sociedad triunfa y se reproduce, generando nuevas versiones, la que no funciona el propio sistema la desecha. Supone un elevado riesgo que la administración se desenganche de la “modernidad”, de este proceso imparable de transformación digital, reaccionando a estos cambios en forma de “proteccionismo”, como “garante” del “sistema” social, es cuando menos preocupante.
Por ello la necesidad de que la administración pública asuma el rol de actor principal sobre el que recae la necesidad de cambio y adaptación digital en la sociedad, incorporando en el proceso a las empresas que en gran medida han incorporado las tecnologías en su modelo productivo y los ciudadanos que cada vez están más y mejor adaptados al uso de las TIC, y que “exigen” a la administración su máxima implicación en el proceso de transformación digital.
En el proceso de Transformación Digital las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC ) son una condición necesaria pero no suficiente, es necesario otros aspectos que implican la participación de todos los actores sociales. En mi opinión es un grave error encomendar esta acción única y exclusivamente a los departamentos TIC, quienes así lo han hecho hasta ahora seguramente han fracasado en el intento.
Mientras las empresas y los ciudadanos evolucionan y se adaptan al nuevo modelo, la administración parece estar estancada, no hay un “modelo digital de referencia”, nunca lo hubo. En mi opinión, un grave error de partida de nuestro sistema fue la carencia de un modelo de administración electrónica único de inicio, lo que ha traído gran parte de este problema, “de aquellas tierras estos lodos”. Si desde un principio se hubiera optado por un sistema centralizado, un plataforma única estatal y replicable a todos los niveles posiblemente nos hubiésemos evitado muchos problemas (desarrollo de múltiples modelos, horas de programación, estándares de interoperabilidad, procesos de normalización, normas de calidad, etc), y sobre todo hubiésemos sido eficientes porque lo que no tiene sentido es hacer desarrollos locales para cumplir la norma que es única para todos, es “inventar la rueda una y otra vez”, cayendo una y otra vez en los mismos errores. Lo peor es que seguimos reinventándola. Por buscar el lado positivo, si lo tiene, es que este proceso ha generado mucha economía local.
La nueva realidad digital requiere un nuevo modelo de gobernanza pública para avanzar en el fortalecimiento institucional eliminando procesos de gestión que no aporten valor, en un proceso de participación público-privado, basado en el liderazgo del talento y con sistemas de evaluación. En definitiva, construir un nuevo relato garante del sistema actual.

Actualmente se están produciendo cambios muy rápidos en 2 de los 3 sectores, y la administraciones públicas no podemos caer en la parálisis por análisis. La necesidad de la digitalización pasa por liderar los procesos de cambio, para ello necesitamos afrontar con determinación la resistencia al cambio en las organizaciones públicas, pasar a una planificación y dirección estratégica a largo plazo, pero en avance continuo, aportando los recursos necesarios para afrontar una digitalización que abarque todos los niveles, involucrando al personal, innovando a todos los niveles, usando la palanca TIC motor de cambio, usando indicadores de control, y capacitando al empleado publico a que forme parte activa del proceso.
«Este proceso pasa inevitablemente por reestructurar determinadas Áreas de la administración, repensar el modelo en función de lo que la sociedad nos exige, lo que nos exige la nueva legislación en materia de transparencia, contratos y administración electrónica»
En este proceso “urge” determinar nuevos perfiles profesionales, y desarrollar nuevas regulaciones, en definitiva, es necesario que las administraciones públicas den ejemplo en el proceso de transformación digital. Necesitamos “lideres” cualificados que nos guíen en el proceso, no será fácil. Modelos caducos de desentenderse y encomendar estas acciones a empresas fracasaron anteriormente.
«Dime una administración pública ejemplar en administración electrónica y transformación digital , y te diré el líder que está detrás».
En el proceso pueden ser variados los problemas que se encuentren, la “superinformación” a las que el sistema nos lleva puede ser una de ellas, por ello las administraciones debemos garantizar que la información sea accesible, específica, relevante, inclusiva y atractiva; y al mismo tiempo fortalecer la capacidad de los ciudadanos de acceder a ella. Garantizar que la información es de calidad, esta accesible, transparente y poner los medios adecuados para que el resto de sectores sociales hagan un uso correcto de la misma, ofreciendo los recursos suficientes para ello (formativos, tecnológicos, etc).
Es necesario superar “los silos”, los mini-grupos de poder, la visión fragmentada del funcionamiento de la administración, incluir nuevas tecnologías que facilitan la integración. La visión integral de las administraciones públicas como un solo ente.

La irrupción de “nuevas tecnologías” puede causar desconocimiento e inseguridad, tecnologías como la Inteligencia artificial y el aprendizaje automático se irán incorporando para mejorara determinados procesos y toma de decisiones dentro de la administración, el blockchain, la «cadena de bloques que no olvida», como tecnología de seguro ante la pérdida/manipulación de la información. Tecnología emergentes como Internet de las Cosas (IoT), aparatos conectados a internet recibiendo o emitiendo información, almacenándola, compartiéndola en portales de datos abiertos, generando aplicaciones útiles para el ciudadano, en el Cabildo de La Palma tenemos buenos ejemplo en este tema en el Proyecto Antares y con nuestros proyectos App movil, www.meteo.lapalma.es y www.opendatalapalma.es entre otros.
Compartir, analizar la información (Data Science) y basarnos en el conocimiento generado en el proceso a la hora de tomar decisiones, sólo así seremos capaces de tomar las mejores decisiones capaces de cambiar nuestra sociedad. Algunos organismos públicos en Canarias ya lideran estos procesos, como el Instituto Estadístico de Canarias (ISTAC) que ha estrenado recientemente un ChatBot, un robot basado en inteligencia artificial capaz de “chatear” con los usuarios y responder a preguntas estadísticas en segundos, o Cartográfica de Canarias donde han están incorporando inteligencia artificial para desarrollar cartografía, dos ejemplos apasionantes que marcan este irreversible camino.

Y a todas estas, las nuevas tecnologías emergentes, relacionándose entre si, evolucionando de una forma vertiginosa, y creando miles de oportunidades, debemos entenderlas y ser capaces de utilizarlas con los objetivos sociales de manera que los beneficios estén al alcance de todos.
«En este proceso el mayor reto serán las personas, porque el ciudadano está en el centro de todo lo que hacemos en función pública. Hagámoslo fácil, simple, sigamos el principio KISS (Keep Simple and Stupid), piensa que al otro lado no siempre hay un nativo digital.»
En todo este proceso surge el problema de la seguridad, la dependencia tecnológica parece inevitable en un entorno volátil, complejo y ambiguo. Por ello es necesario el fortalecimiento de la cibersegiuridad en todos los sectores. . Podremos equivocarnos, podremos sufrir ataques de hackers, podremos tener caídas del sistema, podremos perder datos pero esto no debe impedir el desarrollo. Pongamos todas las medidas que tengamos a nuestro alcance para que esto no suceda, garanticemos la integridad del sistema, sigamos avanzando sin miedo. La instituciones como la Unión Europea o el Pentágono han sufrido numerosos ataques y siguen innovando, siguen avanzando, detectan los errores los corrigen y continúan. Si ellos fallan con sus infinitos recursos… ¿Qué responsabilidad pueden exigirnos a nosotros?. Premiemos las buenas prácticas, repliquémosla, copiemos lo que funciona, lo que ha sido desarrollado con fondos públicos es público. No castiguemos el fracaso, el error, la innovación implica riesgo y el fracaso es una variable, minimicémosla en la medida de nuestras posibilidades.
«El miedo al cambio, el miedo al error puede ralentizar el proceso, pero no lo tengamos, avancemos firmes sosteniendo en una mano la ley y en la otra la tecnología»
En conclusión, el gran riesgo que afrontan las administraciones públicas es la pérdida o relegación de su papel de intermediación en la sociedad, y el reto es analizar las dinámicas sociales y económicas asociadas a nuevos modelos sociales y de empresa, por tanto es necesario un cambio y una visión de manera colaborativa. La administración puede “coliderar” las profundas transformaciones actuales, debemos estar a la altura que la sociedad nos exige.
* Artículo de opinión inspirado en la publicación “La administración pública en el mundo digital. Entre la incertidumbre y la necesidad de cambio” de Don Manuel Arenilla , dentro del Programa Ejecutivo de la EOI - Intech "Transformación Digital en Administraciones Públicas"